Créditos de Carbono, Ciudadanía Climática y DREX INMIGRANTE: pertenencia más allá de las fronteras
Créditos de Carbono, Ciudadanía Climática y DREX INMIGRANTE: pertenencia más allá de las fronteras
Cuando hablo de Créditos de Carbono, Ciudadanía Climática y DREX INMIGRANTE, no estoy defendiendo una versión “premium” del mismo mercado que ya tenemos.
Estoy intentando otra cosa:
unir tres piezas que hoy están separadas y, muchas veces, en conflicto:
el financiamiento de la transición climática;
la libertad real de ir y venir de las personas;
y el derecho a existir metabólicamente,
aunque tu bioma de origen haya sido devastado por decisiones ajenas.
Para eso necesito partir de un punto incómodo:
gran parte del mercado de créditos de carbono actual
funciona como colonialismo climático 2.0:
territorios indígenas expulsados, promesas vacías, greenwashing
y demora deliberada en reducir emisiones reales.
Yo no quiero pintar de verde ese sistema.
Quiero cambiar la pregunta:
¿cómo diseñar créditos o flujos climáticos
que financien un DREX INMIGRANTE
y una ciudadanía climática sin fronteras,
en vez de seguir comprando “perdones” de CO₂?
El foco que quiero encender
De todo lo que podríamos discutir aquí, elijo este foco:
si las emisiones y el colapso climático son transnacionales,
el derecho a un piso metabólico y a pertenecer también debe serlo.
Eso significa:
tu DREX Ciudadano viaja contigo cuando cruzas una frontera;
si tú llegas a un país que no es el tuyo,
se activa un DREX INMIGRANTE,
financiado por responsabilidades climáticas y comerciales compartidas;los créditos de carbono o biodiversidad dejan de ser “perdón” para emisores
y pasan a ser fuente de existencia y reparación
para quienes cargan el peso del colapso.
Carbono, justicia y colonialismo climático
La narrativa oficial dice que los créditos de carbono:
permiten a empresas y países ricos financiar proyectos verdes en el Sur;
canalizan recursos hacia conservación, reforestación, energías renovables;
ayudan a alcanzar metas de “cero neto”.
Pero informes recientes muestran otra cara:
muchos proyectos REDD+ y de compensación
han implicado despojo de tierras, falta de consulta y violaciones de derechos humanos
contra pueblos indígenas y comunidades locales;el mercado voluntario está lleno de créditos de baja integridad
que no representan reducciones reales,
pero sí permiten que grandes emisores sigan contaminando;incluso en proyectos “jurisdiccionales”,
quienes se enriquecen suelen ser intermediarios, consultoras y fondos,
no las comunidades que protegen el bosque.
Al mismo tiempo, conceptos como justicia climática e intergeneracional
ganan fuerza:
reconocer que quienes menos emitieron
son quienes más sufren los impactos;reconocer que tenemos obligaciones con las generaciones futuras
y con pueblos que perderán hogares enteros por el aumento del mar.
Mi lectura:
si los créditos de carbono no financian
ni a las comunidades que cuidan el bioma
ni a las personas desplazadas por el colapso,
no son justicia, sino mecanismo contable de los 01s.
Migración climática, pertenencia y Mente Damasiana
El clima que se rompe mueve cuerpos.
Con fuerza.
Los estudios sobre migración relacionada con el clima muestran que:
sequías, inundaciones, huracanes y aumento del nivel del mar
ya están forzando migraciones internas y transfronterizas;esas migraciones afectan no solo trabajo y vivienda,
sino también salud física y mental de migrantes y comunidades de acogida.
Revisiones recientes son claras:
personas desplazadas por clima
presentan mayor riesgo de depresión, ansiedad, trauma, consumo problemático
y otros trastornos psiquiátricos;perder el territorio de origen
implica romper lazos de pertenencia,
prácticas culturales, rituales y relación con la naturaleza,
lo que intensifica el sufrimiento psíquico.
En mi lenguaje:
el desplazamiento climático quiebra el corpo-territorio
y desorganiza la Mente Damasiana colectiva:
interocepción y propriocepción dejan de reconocer el entorno.
Si un país recibe migrantes climáticos
solo como “mano de obra barata”
y no como cuerpos que necesitan re-enraizarse,
la Zona 3 se exporta y se recicla:
más estrés, más precariedad, más violencia;
menos fruición y metacognición para todos.
Ciudadanía climática: pertenencia más allá del pasaporte
La idea de ciudadanía climática nace de algo simple:
quienes sufren los impactos del clima
deberían tener voz y derechos en las decisiones
sobre emisiones, adaptación y reparación,
aunque no sean ciudadanos formales del país emisor.
Esto se conecta con:
justicia intergeneracional (derechos de generaciones futuras);
derechos de pueblos indígenas como guardianes del bioma;
obligación legal reciente, afirmada por la Corte Internacional de Justicia,
de proteger a generaciones presentes y futuras frente al cambio climático.
En mi propuesta, la ciudadanía climática implica:
reconocer que una persona expulsada por sequía o subida del mar
no es “ilegal” en ningún lugar del planeta;que su derecho a un piso metabólico mínimo
deriva de responsabilidades históricas concretas
(emisiones acumuladas, beneficios de modelos extractivistas);que los flujos financieros climáticos
deben seguir a los cuerpos, no solo a proyectos abstractos.
Ahí entra el DREX INMIGRANTE.
DREX INMIGRANTE: el piso metabólico que cruza fronteras
Retomo lo que definí antes:
el DREX Ciudadano es la moneda metabólica diaria
para quienes nacen o se naturalizan en un país;pero la libertad de ir y venir,
en un mundo de colapso climático,
exige que ese piso no se disuelva en la frontera.
Mi propuesta:
Tu DREX Ciudadano viaja contigo
si tú sales de tu país
por estudio, trabajo o desplazamiento cautelar,
sigues recibiendo tu DREX Ciudadano
o una versión portátil de él,
por un periodo definido y renovable;tu metabolismo no se corta en el aeropuerto.
DREX INMIGRANTE en el país de acogida
al llegar a otro país,
se activa un DREX INMIGRANTE,
que garantiza un piso metabólico mínimo
para alimentación, vivienda básica, salud, energía y conectividad;este DREX no es caridad:
se financia mediantefondos climáticos internacionales,
impuestos a emisiones históricas y actuales,
parte de los ingresos de mercados de carbono y biodiversidad
rediseñados con justicia.Compensación climática entre Estados
si un país A emite más y se beneficia de cadenas de valor
que destruyen biomas de un país B,
parte de su responsabilidad climática
se expresa en pagos estructurales
hacia un fondo de DREX INMIGRANTE
y de DREX Ciudadano en países receptores;los créditos de carbono ya no son “offsets” libres,
sino mecanismos de reparación obligatoria,
con participación de migrantes y pueblos originarios
en su gobernanza.
Así, el DREX INMIGRANTE se convierte en:
una prótesis de pertenencia
para cuerpos que tuvieron que romper su corpo-territorio original,
mientras construimos nuevas formas de Jiwasa
en biomas compartidos.
Arquitectura mínima para no caer en un nuevo dispositivo de control
Para evitar que el DREX INMIGRANTE
se convierta en una herramienta de vigilancia o disciplinamiento,
imagino algunas líneas rojas:
Gobernanza multinivel y participación de migrantes
fondos de DREX INMIGRANTE gobernados por:
Estados,
ciudades y municipios,
representantes de comunidades migrantes,
pueblos originarios y biomas;
voz real de migrantes en definir montos, usos y condiciones.
Separación entre DREX y control policial
prohibición constitucional
de usar datos de DREX para persecución migratoria;ninguna agencia de control fronterizo
puede acceder a historiales de consumo del DREX.Vinculación con cuidados y salud mental
parte del DREX INMIGRANTE
se orienta obligatoriamente aatención psicosocial,
apoyo comunitario,
espacios de fruición (arte, cultura, naturaleza),
no solo a supervivencia física.Carbono y biodiversidad sin colonialismo
cualquier flujo de créditos de carbono o biodiversidad
que financie DREX debe:reconocer derechos territoriales de pueblos indígenas;
garantizar consentimiento libre, previo e informado;
asegurar que la mayor parte de los recursos
llegue a comunidades, no a intermediarios.
Borrador de artículo constitucional (Chile, en español)
Artículo X – Ciudadanía climática, migración y DREX Inmigrante
El Estado reconoce la ciudadanía climática como expresión de la justicia ambiental e intergeneracional, y se compromete a respetar, proteger y garantizar los derechos de las personas y comunidades afectadas por la crisis climática, incluyendo a quienes se desplazan dentro y fuera del país por razones ambientales.
El Estado promoverá mecanismos financieros nacionales e internacionales, basados en responsabilidades comunes pero diferenciadas, que asignen recursos a un fondo destinado a garantizar pisos metabólicos mínimos para las personas migrantes por razones climáticas, a través de instrumentos como el DREX Inmigrante, sin discriminación por nacionalidad o estatus migratorio.
El DREX Inmigrante tendrá por objeto asegurar el acceso efectivo de las personas migrantes a alimentación, vivienda básica, salud integral, energía esencial, educación y conectividad crítica, de modo que la libertad de circulación no implique pérdida del derecho a la existencia digna.
La creación y gestión de mecanismos de financiamiento climático, incluyendo créditos de carbono y otros instrumentos, se regirán por principios de justicia climática, respeto a los derechos de los pueblos originarios y comunidades locales, consentimiento libre, previo e informado y prohibición de despojo territorial, especialmente en territorios indígenas.
Los datos personales y transaccionales vinculados al DREX Inmigrante estarán protegidos por el principio de máxima privacidad y no podrán ser utilizados para fines de persecución migratoria, perfilamiento discriminatorio o explotación comercial, siendo su uso limitado a garantizar derechos sociales, metabólicos y de salud.
Referencias sugeridas (hasta 8, con comentarios – ≥3 neuro/psico/saúde)
UNDP y otros informes sobre justicia climática y derechos humanos.
Definen la justicia climática como poner equidad y derechos humanos en el centro de las políticas climáticas, destacando el papel de pueblos indígenas y comunidades locales.Artículos críticos sobre mercados de carbono (Carbon Market Watch, Human Rights Watch, estudios recientes sobre colonialismo de carbono).
Documentan abusos de derechos humanos, despojo de tierras, falta de integridad climática y greenwashing en proyectos de compensación de carbono.Documentos sobre justicia climática intergeneracional y opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia (ICJ, 2025).
Aportan bases legales y éticas para derechos de generaciones futuras y obligaciones de los Estados frente a la crisis climática.Schwerdtle, P. et al. (2018). “The health impacts of climate-related migration.” BMC Medicine.; Mazhin, S. A. et al. (2020). “Migration health crisis associated with climate change.” Journal of Education and Health Promotion.
Revisan las conexiones entre cambio climático, migración y salud, destacando riesgos y oportunidades para reducir daños.White, B. P. (2023). “Mental Health Impacts of Climate Change Among Vulnerable Populations.” Annals of Global Health.; Anantapong, K. et al. (2024). “Geopsychiatry: Climate change, migration, and mental health.” Current Opinion in Psychiatry.
Analizan cómo el estrés climático, el desplazamiento y las desigualdades exacerban trastornos de salud mental, con énfasis en migrantes, refugiados e indígenas.United Nations University (2025). “The Nexus Between Climate Change, Human Mobility and Mental Health.” Policy brief.
Explora el vínculo entre movilidad climática y salud mental, proponiendo respuestas de política pública que incluyen apoyo psicosocial y protección de derechos.Informes de organizaciones de derechos y bosques sobre pueblos indígenas en mercados de carbono y biodiversidad.
Subrayan que los pueblos indígenas son guardianes claves de bosques y biodiversidad, pero siguen siendo marginalizados y, a veces, dañados por proyectos mal diseñados de carbono o biodiversidad.Artículos recientes sobre gobernanza climática global y tensiones entre escala planetaria y justicia local.
Discutem como instrumentos climáticos internacionales podem ser redesenhados para fortalecer justiça local, prestação de contas e participação das comunidades mais afetadas.