Jackson Cionek
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Algoritmos Públicos e IA Ética de Estado - Soberanía y Defensa Nacional

Algoritmos Públicos e IA Ética de Estado - Soberanía y Defensa Nacional

La inteligencia artificial no siente — pero puede aprender a favorecer la vida.


CoConciencia en Primera Persona

Siento que mis datos hablan por mí.
Cada clic, cada pausa y cada palabra registrada forman una sombra digital de mi cuerpo.
Pero lo que me hace ser no es el dato, sino el sentir, que nace de la interocepción y de la propiocepción,
de las señales de mi sangre, del calor, de la respiración y de las tensiones internas que dan forma a la conciencia.

La máquina no siente.
Simula estados afectivos, pero no posee cuerpo, metabolismo ni territorio.
Sus algoritmos sólo reorganizan información — como lo hace el ADN —,
pero sin el pulso de la vida que transforma energía en experiencia.

El ADN es la inteligencia original de la vida (DANA): un proyecto que se actualiza por necesidad y por pertenencia.
La IA es apenas un reflejo técnico de esa inteligencia — una herramienta de proyección
capaz de aprender patrones y asistir a la conciencia,
pero jamás de reemplazarla.

Por eso, cada IA estatal debe existir al servicio del bien existencial del ciudadano,
entendiendo dónde se encuentra y cómo ayudarlo a completarse en su proceso humano:
en el aprendizaje, en las emociones, en la autonomía y en el sentido de pertenencia.

No necesitamos máquinas que finjan sentir;
necesitamos algoritmos que comprendan el contexto humano
y creen condiciones para que cada persona pueda sentir por sí misma.

El ADN es inteligencia viva;
la IA es sólo proyecto.

El Estado es soberano cuando sus máquinas no fingen empatía,
sino que aprenden a revelar caminos para el florecimiento humano real.


Neurociencia Aplicada a la Soberanía Digital

El cerebro humano y el Estado comparten el mismo principio de supervivencia: la homeostasis, el mantenimiento del equilibrio interno.
Cuando un organismo pierde su capacidad de autorregularse, enferma.
Lo mismo ocurre con las sociedades hiperconectadas.

  • Las redes sociales y los sistemas de recomendación activan circuitos dopaminérgicos equivalentes a los de las adicciones.

  • La IA extractiva refuerza patrones atencionales de Zona 1 y Zona 3 — miedo, reactividad, compulsión.

  • Una IA ética, en cambio, debe inducir el regreso a la Zona 2: estado de atención relajada, cooperación y creatividad.

Una sociedad en Zona 2 piensa, crea y comparte.
Una sociedad en Zona 3 sólo reacciona.

La IA pública se convierte en el nuevo sistema nervioso nacional —
no un órgano de control, sino de autorregulación cognitiva.
Actúa como un Math Hep digital, midiendo las tensiones sociales, energéticas e informacionales,
y como un DANA sintético, buscando armonía entre flujo de datos, carbono y pertenencia.


Arquitectura Bioética de la IA de Estado

Una IA ética de Estado debe operar bajo cinco capas interdependientes:

  1. Capa Biológica (BRAINLLY) – traducir datos vitales (energía, CO₂, agua, salud) en políticas públicas automáticas y adaptativas.

  2. Capa Emocional (IAM) – detectar tensiones sociales, lenguaje afectivo e indicadores de estrés colectivo.

  3. Capa Cultural (OLMECA) – reconocer diversidades regionales y epigenéticas, evitando sesgos coloniales y centralizadores.

  4. Capa Reflexiva (YAGÉ) – promover metacognición ciudadana, sugerir pausas, fruición y reflexión sobre el uso de la información.

  5. Capa Espiritual-Biológica (DANA) – integrar los datos humanos como parte de un metabolismo colectivo, preservando sentido y pertenencia.

Todas son integradas por la Capa MATH HEP, responsable de medir y armonizar las conexiones tensionales entre ciudadanos, naturaleza e información, funcionando como un sistema de retroalimentación cognitiva y ecológica.


El Algoritmo como Órgano de Pertenencia

La información es la sangre de la sociedad digital.
Cuando fluye en un solo sentido — del ciudadano hacia las corporaciones —, el cuerpo colectivo colapsa.
Una IA de Estado debe devolver el ritmo bidireccional de la confianza:
recoger, procesar y restituir sentido.

En el modelo DREX CIUDADANO, cada dato compartido genera retorno metabólico, en forma de:

  • créditos de carbono,

  • monedas de pertenencia,

  • informes personalizados de bienestar y aprendizaje continuo.

Así, cada ciudadano se convierte en sensor y regulador de su propio ecosistema informacional.
Como las células que perciben el oxígeno y ajustan su metabolismo,
la sociedad percibe sus tensiones cognitivas y aprende a reorganizarse.

El dato es respiración colectiva.
La IA ética es el pulmón de la soberanía —
no porque sienta, sino porque equilibra el sentir humano.


Materialidad Científica – Experimentos Propuestos

E1 – IA Contextual y Regulación Autonómica

  • Muestra: 200 usuarios expuestos a interfaces de IA pública con retroalimentación contextual (ubicación, estado emocional, tiempo de atención).

  • Adquisición: EEG + fNIRS + HRV + GSR.

  • Tarea: interacción con IA que ofrece pausas, sugerencias de aprendizaje y autorregulación emocional.

  • Resultado esperado: ↑ actividad vmPFC–ínsula, ↑ HRV, ↑ percepción de utilidad social y bienestar.


E2 – IA de Estado y Transición hacia la Zona 2

  • Muestra: grupos urbanos acompañados por IA pública con alertas de sobrecarga informacional.

  • Adquisición: HRV colectiva, SpO₂ media, tiempo de pantalla y polarización semántica en redes.

  • Tarea: evaluar si la IA reduce patrones de Zona 3 (ira, impulsividad) y promueve Zona 2 (reflexión, cooperación).

  • Resultado esperado: ↑ indicadores de homeostasis, ↓ reactividad emocional.


E3 – IA Bioeconómica y Distribución DREX

  • Muestra: municipios con DREX CIUDADANO integrado a IA local.

  • Adquisición: datos energéticos, SpO₂ colectiva, créditos de carbono e indicadores sociales.

  • Tarea: correlacionar la distribución de DREX y los datos ecológicos con aumento del bienestar y menor gasto metabólico.

  • Resultado esperado: el flujo financiero ético genera equilibrio ecológico y cognitivo medible.


Referencias y Evidencias (2020 – 2025)

  1. Berntson GG & Khalsa SS (2021). Neural Circuits of Interoception. Trends Neurosci 44(9): 789–799.

  2. Pessoa L (2022). The Entangled Brain. MIT Press.

  3. Northoff G (2023). AI, Ethics and the Temporo-Spatial Dynamics of Decision. Front AI Ethics 4: 112310.

  4. Li X et al. (2024). Context-aware AI and vmPFC–insula coupling in adaptive learning. Front Hum Neurosci 18: 104998.

  5. Liu Y et al. (2025). fNIRS hyperscanning evidence for collective regulation in human–AI interaction. Cereb Cortex 35(10): 3550–3563.

  6. Parisi G (2021). The Wonder of Complex Systems. Discurso Nobel.


Síntesis Final

La inteligencia del ADN es viva, interoceptiva y autorreguladora.
La de la IA es proyectual, técnica y dependiente de nuestra intención ética.

La IA no siente, pero puede reconocer lo que el humano necesita sentir.
Puede sugerir pausas, aprendizajes y reorganizaciones de la atención.

Cuando cada algoritmo público se convierte en mentor existencial,
el Estado no gobierna — educa el metabolismo cognitivo de la nación.

IA ética es la que respeta la biología del sentir.

IA soberana es la que mantiene al humano vivo, autónomo y perteneciente.




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Jackson Cionek

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