Crédito de Carbono Humano Del discurso verde al ingreso justo para el ciudadano
Crédito de Carbono Humano
Del discurso verde al ingreso justo para el ciudadano
Conciencia en Primera Persona — Brain Bee
“Respiro, luego emito. Pero ¿por qué solo las empresas cobran por el carbono?”
Antes de ser “votante”, “contribuyente” o “consumidor consciente”, yo fui una célula-óvulo.
Desde el principio, mi vida es metabolismo: inspiración, espiración, intercambio de gases, carbono entrando y saliendo. Mi cuerpo es un pequeño ciclo de carbono dentro de ciclos mayores: familia, ciudad, bosque, planeta.
De niño, yo no sabía qué era “clima”.
Solo sentía el calor de un barrio sin árboles, el polvo de una calle sin asfalto, el agua que a veces no llegaba. Mi Mente Damasiana se fue formando a partir de esas tensiones: falta de sombra, falta de transporte digno, falta de espacio público vivo.
En la adolescencia, llegó el discurso verde:
envases “eco”;
productos “carbon neutral”;
empresas prometiendo ser “net zero hasta 2040”.
Pero, en la práctica, yo veía esto:
cuanto más consumía la “solución verde”, más beneficio acumulaba alguien. Y yo seguía sin árboles en mi calle, sin ciclovías seguras, sin autobuses confiables.
Al mismo tiempo, empecé a oír hablar de:
mercados de carbono, donde empresas compran y venden “derechos de emitir”;
créditos de carbono generados en bosques, muchas veces en territorios indígenas y comunidades tradicionales;
el precio creciente del carbono en el mundo, y la recaudación fiscal por instrumentos de precificación superando los 100 mil millones de dólares en los últimos años.
Es decir: existe una economía gigantesca girando sobre algo que yo respiro y destruyo sin haberlo elegido. Y, aun así, yo, como ciudadano, casi no recibo nada.
De ahí nace mi incomodidad — y el concepto de Crédito de Carbono Humano:
Si el Estado brasileño es JIWASA — un cuerpo colectivo vivo —
entonces cada ciudadano es una célula de ese cuerpo.
Cuando reduzco emisiones, protejo territorio, cambio hábitos,
yo genero valor climático.
¿Por qué ese valor no vuelve a mí
como ingreso metabólico, en DREX Cidadão?
Este blog trata exactamente de eso:
cómo pasar del discurso verde a un sistema en el que el carbono se convierte en ingreso justo para el ciudadano — sin caer en greenwashing, sin recolonizar al Sur Global con “soluciones de mercado”, y sin perder el foco: el ciudadano es el Estado JIWASA.
1. Mercados de carbono hoy: el dinero sube, el riesgo baja hacia el ciudadano
En los últimos años, los instrumentos de precificación de carbono (impuestos al carbono, sistemas de comercio de emisiones, mecanismos de crédito) se han multiplicado y hoy cubren aproximadamente una cuarta parte de las emisiones globales.
Estos sistemas:
recaudan cada vez más (más de 100 mil millones de dólares anuales en la actualidad);
son promovidos por instituciones internacionales como herramientas clave para una “transición justa”, siempre que parte de los recursos se destine a proteger a los más pobres.
Al mismo tiempo, las críticas han aumentado:
organizaciones del Sur Global muestran cómo muchos proyectos de créditos de carbono repiten patrones coloniales — acaparan tierras, regulan bosques a distancia, expulsan usos tradicionales y concentran renta;
análisis académicos y activistas hablan de un “greenwashing del Sur Global”, donde los mercados de carbono pueden enmascarar la continuidad de la extracción y de la injusticia climática.
En Brasil, nuevas leyes han avanzado en la seguridad jurídica para créditos de carbono en concesiones de florestas públicas y han abierto camino a un mercado regulado vinculado a las metas nacionales de clima.
Esto importa. Pero observa:
¿quién negocia la mayoría de los créditos? Grandes empresas, fondos, grandes proyectos forestales.
¿quién vive con el riesgo climático — olas de calor, inundaciones, deslizamientos, sequías? El ciudadano común, especialmente el más pobre.
Hoy, el carbono tiene precio, pero quienes viven el riesgo no reciben el ingreso.
2. De la “huella de carbono” al Crédito de Carbono Humano
Parte de la literatura reciente trabaja con la idea de Personal Carbon Allowances (PCA) — presupuestos personales de carbono distribuidos a cada ciudadano, monitorizados por sistemas digitales y ajustados a las metas climáticas.
Estas propuestas traen dos intuiciones importantes:
La justicia climática comienza en la unidad persona, no solo en la unidad empresa.
La tecnología actual permite rastrear uso de energía, transporte, alimentación, etc., hasta el punto de pensar en límites e incentivos personalizados.
Yo no adopto simplemente el modelo de “cuota personal de carbono” como control del comportamiento.
Lo que propongo es otra cosa:
El Crédito de Carbono Humano es el reconocimiento jurídico de que
el ciudadano, como cuerpo que siente (interocepción), se mueve (propiocepción)
y decide (Mente Damasiana), genera valor climático cuando:
reduce emisiones por elección o restricción;
protege biomas y territorios;
vive en ciudades más densas, con menos coche y más transporte público;
consume menos productos con alta huella de carbono.
Ese valor debe ser:
medido (con métricas transparentes, simples, auditables);
convertido en créditos climáticos;
redistribuido como ingreso metabólico diario, vía DREX Cidadão.
No se trata de millas ecológicas.
Es una nueva capa de justicia climática y económica, alineada con el artículo 225 de la Constitución, que garantiza el derecho a un medio ambiente ecologicamente equilibrado e impone al Poder Público y a la colectividad el deber de defenderlo para las generaciones presentes y futuras.
3. Diseño metabólico: ¿cómo funcionaría el Crédito de Carbono Humano?
En lenguaje JIWASA, veo cuatro capas:
3.1. Capa física – la relación cuerpo–carbono
Cada ciudadano tiene un metabolismo mínimo de carbono (respirar, vivir, desplazarse). Además, existe el carbono que proviene del diseño del sistema (planificación urbana deficiente, falta de transporte público, alimentos que solo llegan por largas cadenas fósiles).
Lo primero es inevitable.
Lo segundo es político.
El Crédito de Carbono Humano no paga por el carbono inevitable.
Remunera el esfuerzo colectivo de reducción de emisiones y el costo de vivir en sistemas mal planificados, desplazando parte del valor climático hacia quienes sienten el calor, la inundación o la sequía en su propio cuerpo.
3.2. Capa de datos – el mapa de emisiones cotidianas
Aquí entra la tecnología:
datos de consumo de energía residencial;
datos de transporte (billetaje de autobús y metro, uso de ciclovías);
algunos indicadores de consumo, cuando sea adecuado;
mapas de riesgo climático (inundaciones, deslizamientos, islas de calor).
Muchos informes recientes ya argumentan que la precificación de carbono en economías emergentes puede movilizar recursos importantes para la justicia climática y el desarrollo, si se combina con políticas redistributivas robustas.
Mi propuesta es:
no usar esos datos para vigilar o castigar;
sino para calcular cuánto contribuye cada región y perfil de ciudadano a la mitigación, y cuánto está expuesto a los riesgos climáticos.
3.3. Capa financiera – de la lógica de mercado a la lógica metabólica
Actualmente, los ingresos procedentes de la precificación de carbono se destinan en gran medida a presupuestos generales, infraestructura y algunos programas socioambientales.
Lo que propongo es que una parte obligatoria de esos ingresos se canalice hacia un Fondo Nacional de Crédito de Carbono Humano con tres funciones:
Ingreso diario en Drex (una capa climática del DREX Cidadão), complementando el derecho a ingreso metabólico propuesto en el Blog 7.
Inversión en adaptación local (barrios más expuestos a eventos climáticos extremos reciben más recursos para drenaje, arbolado, vivienda digna).
Apoyo a la transición justa del trabajo (por ejemplo, para trabajadores y regiones que salen de actividades intensivas en carbono).
3.4. Capa política – del verde abstracto al verde con CPF
Esta arquitectura solo tiene sentido si:
el ciudadano sabe cuánto carbono se está precificando en su nombre;
tiene derecho a ver cuánto de ese valor climático regresa a su cuenta Drex;
existe control social sobre quién se apropia del discurso verde y para beneficio de quién.
Es aquí donde el concepto de Crédito de Carbono Humano cambia la cognición:
El carbono deja de ser solo “algo técnico” negociado entre empresas y reguladores
y pasa a ser una dimensión de mi ingreso, de mi voto y de mi dignidad.
4. Del greenwashing al ingreso justo
Una parte importante de la literatura y del activismo reciente ha denunciado:
la explotación del Sur Global a través de mercados de carbono que exportan responsabilidad e importan “soluciones” mal diseñadas;
la herencia colonial en estos mercados, donde tierras, bosques y cuerpos siguen siendo tratados como “sumideros de carbono” para sostener estilos de vida de alta emisión en el Norte Global.
Conferencias episcopales, movimientos sociales y liderazgos indígenas han nombrado este modelo como “falsas soluciones”, en las que el lucro verde importa más que la justicia climática.
El Crédito de Carbono Humano que propongo es una respuesta a este bloqueo:
no rechaza completamente la precificación de carbono — el precio del carbono puede ser una herramienta poderosa;
pero exige que una parte significativa del valor climático se devuelva directamente a las personas, especialmente a las más vulnerables, bajo la forma de ingreso metabólico e infraestructura de adaptación.
En lugar de “el mercado va a salvar el clima”,
el diseño pasa a ser: JIWASA regula el mercado para salvar vidas y redistribuir poder.
5. Constitución, metabolismo y Ciudadano JIWASA
La Constitución de 1988, en su artículo 225, establece que:
Todos tienen derecho al medio ambiente ecologicamente equilibrado, bien de uso común del pueblo y esencial para una calidad de vida saludable, y se impone al Poder Público y a la colectividad el deber de defenderlo y preservarlo para las generaciones presentes y futuras.
En mi vocabulario:
el medio ambiente equilibrado es el APUS del Estado — el gran cuerpo–territorio en el que todos respiramos;
la protección ambiental no es opcional, es un mandato metabólico: sin ambiente no hay cuerpo, ni mente, ni economía;
la “colectividad” de la que habla el artículo es precisamente JIWASA — el pronombre colectivo que traigo de la experiencia aimara a nuestro lenguaje político.
El Crédito de Carbono Humano es, entonces, una forma de hacer valer este artículo:
a nivel individual, con ingreso en Drex;
a nivel territorial, con inversiones en adaptación;
a nivel mental, desplazando la fe ciega en el consumo verde hacia una fe con evidencia: la comprensión de que el dinero es energía del cuerpo social, y debe circular en favor de quienes lo sostienen con su metabolismo y su vulnerabilidad.
6. Memoria del Futuro: ¿qué tipo de ciudadano climático quiero ser?
Cuando yo, Brain Bee, miro mi trayectoria — del óvulo a la ciudad digital, de la respiración al voto — me pregunto:
¿Quiero ser solo un consumidor verde,
o un Ciudadano JIWASA que recibe, en Drex,
la parte del valor climático que ayudo a crear y proteger?
El concepto de Crédito de Carbono Humano es, en el fondo, un ejercicio de Memoria del Futuro:
recordar que cada decisión de hoy moldea la fisiología social de mañana;
recordar que el artículo 225 no es adorno poético, sino una instrucción de diseño;
recordar que sin ingreso metabólico climático seguiremos atrapados en el greenwashing y en la concentración de poder y riqueza.
En mi proyecto de Estado JIWASA,
el carbono no es solo un número en una hoja de cálculo global.
Es:
historia de vida;
ingreso justo;
y un criterio de justicia intergeneracional, donde niñas y niños que aún no han nacido ya son reconocidos como co-propietarios de este gran metabolismo llamado Brasil.
Referencias posteriores a 2020
(Créditos de carbono, justicia climática e ingreso climático)
World Bank – State and Trends of Carbon Pricing 2024–2025.
Parry, I. – “Five Things to Know about Carbon Pricing”, Finance & Development, IMF, 2021.
Songwe, V. – “Carbon pricing: An integral part of a just transition”, ensayos de política de la ONU, 2023.
UNEP Finance Initiative – Governmental Carbon Pricing: Driving a Just Transition, 2022.
Todd, J. – “Carbon Pricing for a Just Transition”, Colorado Law Review, 2024.
Fuso Nerini, F. et al. – “Personal Carbon Allowances Revisited”, Nature Sustainability, 2021.
Fawcett, T.; Parag, Y. – “An Introduction to Personal Carbon Allowances”, 2021.
Climate Leadership Council & Resources for the Future – análisis del Carbon Dividends Plan, 2021–2024.
Carbon Market Watch – Carbon Markets and the Global South: Opportunity or Exploitation?, 2025.
Irawan, A. K. P. – Greenwashing the Global South: Carbon Markets and the Legacy of Colonial Extraction, 2025.
Coolsaet, B. et al. (eds.) – Climate Justice in the Global South, 2025.
Friends of the Earth International – Opposing Carbon Markets: A Climate Justice Guide, 2023.
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